anisometropiaUn aspecto interesante de la estructura corporal del ser humano, se refiere a la simetría. Por diversas consideraciones, estimamos que lo adecuado y armonioso es simétrico. Así mismo sucede con el funcionamiento de nuestros órganos, de los que contamos con muchos ejemplos de adecuación estructural. Los ojos son un buen ejemplo de este concepto aplicado, porque contamos con dos órganos oculares y ambos trabajan en conjunto y se requieren en óptimas y similares condiciones para que su funcionamiento sea el esperado. Sin embargo, no siempre sucede de esa forma y en algunos casos, excepcionales, se presentan fallas que afectan a cada uno de ellos de manera diferente. A esto lo denominamos anisometropía, sobre la que hablaremos a lo largo de este artículo.

Los defectos refractivos

Para hablar de anisometropía resulta esencial que comprendamos el funcionamiento del ojo y que son los defectos refractivos. Nuestro sistema de visión realiza una tarea bastante compleja e interesante. Por una parte, capta la luz y la traslada hacia la parte interna y trasera del ojo donde se convierte en impulsos nerviosos que se decodifican en forma de imágenes. Nuestro cerebro trabaja con los datos suministrados desde el nervio óptico que a su vez, las recoge del ojo.

Para que este proceso sea adecuado y efectivo, depende de que cada estructura tenga una forma perfectamente apropiada para dicho cometido. Sin embargo, cuando alguna de estas estructuras no posee un rango, forma o constitución ideal, se presentan problemas en la refracción de la luz y por lo tanto, terminamos por presentar alguna falla en la vista. El equilibrio es tan fino y delicado que cualquier pequeña malformación o degeneración termina por afectar el resultado identificado por la imagen decodificada.

Y la anisometropía ¿Qué es y cuando se presenta?

Bien, este tipo de problema se refiere a la condición en la que cada ojo posee un defecto refractivo diferente al otro. Si bien no es una norma, suele suceder que este tipo de problemas se presentan en ambos ojos de manera similar, es decir, quien es astigmático, lo es en ambos ojos. Así mismo sucede con la miopía. La razón es sencilla, la forma del ojo se presenta similar para los dos órganos por cuestión de estructura congénita.

Asimismo, existe la posibilidad que se presente el mismo defecto refractivo, pero con intensidades muy dispares. Es decir que en uno sea muy poco y en el otro sea excesivo. En casos comunes, las variaciones son compensadas a nivel neurológico, pero cuando son extensas, se presenta el problema sobre el que conversamos en esta entrada. En este caso, podemos observar dos tipos de anisometropía:

  • Errores refractivos diferentes en cada ojo. En este caso, el problema es más grave cuando las diferencias entre cada dolencia, comprometen la visión binocular.
  • El mismo error refractivo pero con diferencias en las dioptrías entre uno y otro. El problema se hace grave cuando la misma supera las 3 dioptrías.

En cuanto al momento de presentarse, tenemos básicamente dos opciones muy bien diferenciadas. Podemos nacer con el problema, es decir que el mismo sea congénito, o adquirirlo como consecuencia de un traumatismo o de una lesión post operatoria. Esto implica que no se desarrolla de manera natural o espontanea con el tiempo o como consecuencia de la edad.

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Consecuencias de la anisometropía

Ahora hablemos de otro de los procesos implícitos en la visión humana. Poseemos un sistema denominado visión binocular. Ambos ojos colaboran en la elaboración de una imagen que no solo se refiere a la forma, sino a distancia y colores. Un ejercicio sencillo para comprender este concepto, se refiere a intentar ver por un solo ojo a la vez. Podremos apreciar que lo que ve uno es muy diferente a lo que ve el otro, pero que ambos completan adecuadamente la imagen.

Este es el proceso que se ve interrumpido cuando tenemos un problema de anisometropía. La más común de las consecuencias es la denominada ambliopía o síndrome del ojo vago. El mismo es producto del abandono de uno de los ojos por parte del cerebro y esto crea dificultades de enfoque.

Otra consecuencia se refiere a las derivadas de los problemas de enfoque, tales como dolores de cabeza o visión borrosa, nauseas, mareos y dificultades para actividades que dependen de la vista.

En este tipo de condiciones, existen además patologías relacionadas como la aniseconía. En la misma, las imágenes son tan diferentes en cada proyección de la retina que el cerebro no puede asumirlas como similares. En función de esto, se presenta una visión doble que además, estimula un nivel elevado de fotofobia y una distorsión notable en la percepción espacial.

Interesante es la relación que mantiene esta dolencia con la posibilidad de desarrollar estrabismo. El mismo termina por incrementar los problemas asociados a la anisometropía, en función de las dificultades para proyectar una imagen binocular.

Tratamiento para la anisometropía

Existen algunos tratamientos específicos para esta dolencia. Lo ideal es su detección temprana, sobre todo en caso de niños, que por lógica secuencial, no pueden ser diagnosticados hasta un tiempo después del nacimiento, sobre todo cuando comienzan a interactuar con el exterior de manera cotidiana.

  • Uno de lentes graduados para cada dolencia o defecto de refracción.
  • Parches de oclusión para mejorar el desempeño del ojo más defectuoso ocluyendo el otro.
  • Cirugías refractivas, para cada ojo en particular y en función de la edad y tipo de dolencia o defecto refractivo.
  • Implantación de lentes intraoculares.
  • Corrección permanente a través de visitas periódicas al oftalmólogo para resolver cada situación en particular mediante un tratamiento dinámico y evolutivo.

La anisometropía no es común, pero tampoco se trata de una rareza terminal. Su incidencia además, puede ser controlada y mejorada hasta el punto de reducirla a un mínimo posible. Lo esencial es acudir al oftalmólogo para que evalúe el caso de cualquier accidente que puede ocasionar este tipo de problemas. En los niños es un poco más difícil, pero existen condiciones que pueden hacernos comprender que se presenta, como por ejemplo las dificultades para tomar objetos cercanos o el llanto asociado a dolores de cabeza.

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¿Quien es el autor?

Dra. Diana Parra

Dra. Diana Parra

Oftalmólogo Certificado
Experta en Cirugía Láser

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