No nos cansamos de decir que los ojos son la ventana de nuestra personalidad. Órganos que más allá de su función, representan un sentido estético fundamental. Por ello, cualquier irregularidad que se presente en los mismos, termina por afectarnos desde diversas perspectivas. Un caso interesante es el derivado de la denominada pinguécula. Una deformación carnosa que nos puede asustar y que indiscutiblemente debemos explorar y corregir. Para saber más sobre esta condición, te presentamos algunos datos sobre la misma que te orientaran e informaran.
¿Qué encontrarás en este artículo?
Ahora bien, ¿Qué es la pinguécula?
Se trata de una lesión bastante más común de lo que se piensa, que se identifica como una carnosidad en el tejido conjuntivo. Se desarrolla relativamente cerca de la córnea y aun cuando no es un tejido maligno, suele ser muy incómoda y sobre todo, desagradable por el color amarillento que la identifica.
Se ubica generalmente del lado interno del ojo, es decir hacia la nariz, aun cuando puede aparecer en el lado contrario. Se trata de un crecimiento gradual de tejido que inicialmente no se nota pero que con el correr del tiempo se hace mayor y por supuesto, apreciable. No suele afectar la visión aun cuando su manejo oftalmológico debe ser lo más rápido posible para evitar su evolución.
Por tratarse de un tejido vivo, pueden darse situaciones en las que se infecte, dando lugar a una pingueculitis, que a su vez es ligeramente dolorosa e irritante.
Condiciones y causas de la pinguécula
Podemos afirmar que no se conoce a ciencia cierta las causas que la generan, pues se trata de un problema que no es congénito. En este sentido existen algunos factores a tomar en consideración para su aparición:
- Exposición al viento muy fuerte, sin contar con una protección ocular.
- Exceso de radiación solar que genera resequedad en el área ocular.
- La degeneración de tejidos a partir de los 40 años, aun cuando es un problema que puede presentarse en edades entre los 20 y 30 años.
- Se diferencia del pterigion en tanto no afecta directamente la córnea y por lo tanto no afecta la visión de manera objetiva.
- Se trata de una acumulación de proteínas y grasas sin carácter maligno, pero que debe ser tratado.
- Puede aparecer en ambos ojos o en uno solo, pero siempre existirá la propensión para que aparezca en los dos.
- Cambios sustanciales en el tejido de la conjuntiva, sobre todo en cuanto a grasa, que se va acumulando y genera la pinguécula.
- Se le asocia con el síndrome del ojo seco, pero no porque siempre se genere, sino porque favorece la acumulación de grasas, proteínas y calcio.
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Efectos de la pinguécula
No hablamos de síntomas porque no podemos considerarla realmente como una enfermedad, así que señalemos los posibles efectos sobre el ojo.
- Irritación como consecuencia de la protuberancia que molesta la actividad ocular. Es posible que se sume una sequedad que más que un efecto, es la causa de la misma.
- Sensación de objeto o partícula extraña en el ojo. La sensación de sequedad estimula que se sienta como si se presentara un elemento ajeno al ojo. Se trata de una aspereza que dificulta la función normal del ojo afectado.
- Inflamación del tejido afectado y el adyacente. Una reacción instintiva nos obliga a frotarnos los ojos ante la molestia representada por la pinguécula y por ello, suele producirse la inflamación.
¿Cómo se diagnostica la pinguécula?
Para este cometido, lo fundamental es visitar al oftalmólogo. Después de una revisión preliminar, determinará el tipo de lesión y las acciones pertinentes. La revisión debe incluir un análisis de la anomalía para detectar cualquier característica que pueda hacerla potencialmente maligna y por lo tanto, peligrosa para la visión. El examen se realiza a través de una lámpara de hendidura que aísla la zona a ser observada.
Tratamientos para eliminar la pinguécula
Lo primero y más evidente, se refiere a la visita a nuestro médico tratante, en este caso, un oftalmólogo que podrá considerar las opciones. Cuando se encuentra en sus fases iniciales, puede tratarse con acciones preventivas, por ejemplo, usar protección, tanto para viento como exceso de rayos de luz solar. De hecho, cuando ya está presente, lo ideal es mantener los ojos protegidos, incluso cuando no hay mucha luminosidad. Así mismo, mantener los ojos hidratados para evitar la resequedad que produce cambios en el tejido conjuntival. A esto se une la necesidad de extremar precauciones en áreas en las que existen elementos que puedan causar problemas como viento, polvo, arena, serrín, entre otros. Cualquier otro tratamiento, va a depender de la gravedad de la lesión y por supuesto que queda a criterio del facultativo que consultemos.
Entre otros elementos que definen los tratamientos para la pinguécula, podemos apreciar:
- Administración de colirios para disminuir la resequedad del ojo, hidratándolo cada vez que se presente alguna molestia.
- Se utilizan gotas oftálmicas con esteroides o antiinflamatorios no esteroideos. Esto en el caso de producirse una inflamación fuerte.
- Intervención quirúrgica para extirpar la pinguécula, pero solo en casos extremos o cuando se refiere a un problema estético. Se trata de un procedimiento ambulatorio de muy poco riesgo, pero que siempre debe ser realizado por un médico especializado en cirugía ocular. La posibilidad de una lesión, siempre está presente, sobre todo tomando en consideración el área ocular, por su extrema sensibilidad.
En muchos sentidos, la prevención es la verdadera forma de evitar la posibilidad de sufrir de pinguécula. Sin embargo, como señalamos anteriormente, no es una condición que aparezca bajo un determinado ámbito de situaciones. Por el contrario, siempre existirá alguna propensión en personas determinadas.