En alguna oportunidad abras escuchado la frase: tenía los ojos inyectados en sangre. En muchos casos, no se trata de una imagen literaria para hablarnos de la furia contenida o de la rabia que se aprecia en los ojos, sino de un verdadero problema como consecuencia de un derrame ocular o hemorragia subconjuntival. Se trata de una situación que puede ser el indicio de otras mucho más graves y a la que debemos prestar atención de inmediato, una vez que se presenta.
En este artículo, haremos referencia a esta condición particular, que algunos de nosotros sufrimos con inusitada frecuencia. Haremos énfasis en sus causas y síntomas y cuáles son las mejores acciones para limitar sus consecuencias negativas.
¿Qué encontrarás en este artículo?
Primero que nada, describamos el sitio donde se produce
El mismo nombre nos indica parte de su procedencia y situación. Se trata de un derrame que sucede en la conjuntiva. La misma es esa membrana traslúcida que recubre el ojo sobre todo en la parte correspondiente a la esclerótica, la parte blanca del ojo. Es una zona extremadamente sensible por su estructura sumamente delgada y que se encuentra expuesta a elementos de diversa índole. Su función es esencial en cuanto protege a los ojos, siendo la primera barrera para cualquier objeto extraño que ingrese en el sistema de visión. Así mismo, permite la lubricación del área y mantiene la limpieza general de la misma.
¿Qué es la hemorragia subconjuntival?
Ahora si podemos hablar de la hemorragia en nuestros ojos, esas feas manchas de sangre retenida que son apreciables a simple vista. Se denomina subconjuntival, porque la misma se produce al romperse los vasos sanguíneos de la conjuntiva superior y la sangre queda retenida entre esta membrana y la conjuntiva bulbar. Más allá de su llamativa forma, no representa un problema grave inmediato, aunque es importante reconocer las causas de esta para manejar cualquier problema que tienda a volverse crónico.
En este sentido, la determinación en torno a si es un asunto grave o no, depende de nuestro oftalmólogo y de la apreciación que haga, sobre todo en torno a sus causas. Como indicamos, la visión, no se ve afectada, pero puede ser parte de un problema más importante y de allí el cuidado que debemos poner en su diagnóstico preciso.
¿Cuándo debemos preocuparnos?
Como indicamos en el punto anterior, la visión no va a sufrir con una hemorragia subconjuntival. Principalmente porque no afecta el área de recepción y decodificación de las imágenes recibidas por los ojos. Sin embargo, algunas consideraciones son necesarias de asumir para comprender su posible gravedad. Entre otras:
- De presentarse una secreción ocular constante y molesta o si el sangrado se manifiesta adicionalmente en el exterior del ojo.
- Cuando las hemorragias no tienen un origen definido y se producen periódicamente.
- En los casos en que conjuntamente a la hemorragia, se produce algún tipo de cambio en la forma de ver cualquier objeto, cercano o lejano.
- Si la misma es acompañada por dolores o molestias severas en el ojo.
En todo caso, es nuestro oftalmólogo de confianza quien, después de un examen específico, podrá darnos luz sobre la gravedad del derrame ocular.
Causas de la Hemorragia Subconjuntival
Tal como hemos señalado anteriormente, no es un problema grave si el mismo es ocasional y si reconocemos sus causas. Entre las más comunes podemos apreciar:
Traumas oculares
Golpes o lesiones que tienen como epicentro el área ocular. Es común después de recibir un golpe porque se revientan los vasos sanguíneos del área afectada.
Problemas de presión arterial
Recordemos que estamos hablando de vasos sanguíneos que se encuentran en la conjuntiva. Son pequeñísimos, y, por lo tanto, mucho más sensibles que otros conductos. En el caso de la subida repentina de la presión arterial, es evidente que estos vasos tenderán a afectarse más que cualquier otro. En estos casos, debemos incorporar los movimientos bruscos como el estornudo o la tos que pueden promover la rotura de vasos debido a la suma con la presión arterial alta. Así mismo, el caso de algunas enfermedades que promueven este tipo de condición como la hipertensión, anemia, diabetes entre otras.
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Algunos medicamentos anticoagulantes
Es bastante común que algunos fármacos vasodilatadores, originen parte del problema porque su función es precisamente evitar la coagulación repentina. Esto promueve que la sangre sea mucho más “líquida” por decirlo de alguna forma y pueda escapar de los pequeños vasos de la conjuntiva.
Problemas de coagulación
Similar al caso anterior, pero por la propia condición de la persona. En estos casos, muy raros, por cierto, es posible que la coagulación no funcione adecuadamente y suceda la pérdida de sangre señalada anteriormente.
Cirugías oculares.
Las mismas debilitan las paredes y estructuras del ojo y cualquier abuso en la convalecencia puede dar origen a un derrame.
Tratamiento para los derrames oculares
Evidentemente, el primer paso es el diagnóstico, identificar las razones por las que se produce para poder avanzar hacia el tratamiento. En este caso, podemos hablar de dos tipos de acciones, unas para mejorar la sensación de molestia y otras para disminuir la ocurrencia del problema.
- Lubricantes especializados para los ojos, colirios bajo receta, para mantener hidratada la conjuntiva y evitar roces.
- Suspender momentáneamente el consumo de anticoagulantes si no son de prescripción.
- Evitar el roce con los dedos o manos. Esto puede promover que siga sangrando e inclusive que empeore su condición.
- Esperar a que el problema pase, porque por regla general, suele desaparecer entre 7 y 10 días. Lo hace paulatinamente y de manera casi imperceptible.
- Controlar las enfermedades que pueden estimular su aparición, como la hipertensión o la anemia.
En fin, que no es un problema grave, pero si requiere atención para no convertirlo en uno.