En muchos sentidos, las lágrimas son necesarias para el correcto funcionamiento ocular. Se trata de un elemento que condicionan nuestros ojos para que se lubriquen y puedan desarrollar su facultad para la visión. Sin embargo, en algunas situaciones, pueden resultar excesivas y es cuando hablamos de la epífora ocular. Esta es una condición que no solo puede resultar molesta para quien la presenta, sino que puede reducir su capacidad visual con las lógicas consecuencias que esto puede ocasionar. En el presente artículo, hacemos referencia de esta situación y cómo manejarla y reducirla.
¿Qué encontrarás en este artículo?
¿Qué es epífora ocular?
Como señalamos anteriormente, se trata de lo que comúnmente se conoce como lagrimeo excesivo. Juzgarlo requiere de un diagnóstico específico, por cuanto puede resultar relativo que tanto líquido sea adecuado para cada persona y situación de exposición. En efecto, algunas condiciones de trabajo requieren de una mayor lubricación, pero, el oftalmólogo puede determinar la realidad de cada situación.
Ahora bien, en este sentido, debemos aclarar algunos puntos que pueden resultar confusos. Lo primero es considerar la epífora como una condición relativa a la eliminación de la lágrima. Constantemente secretamos líquido desde nuestros ojos, pero así mismo, lo eliminamos. La epifora se refiere precisamente a esta condición.
Causas de la epífora
Partiendo del principio que se trata de un desequilibrio entre la secreción y la eliminación de la lágrima podemos establecer varias causas para el problema. La mayoría, relacionada con la supresión de líquido a través del sistema de drenaje ocular, que es la vía formal y normal para hacerlo.
- Posición inadecuada del párpado. Pueden darse dos casos, entropión, cuando el párpado se encuentra hacia adentro del globo ocular o ectropión cuando se encuentra hacia afuera. Por supuesto que, en ambas situaciones, la afección directa es sobre el globo ocular, pero, además, sobre el canal de drenaje.
- Abrasión por cualquier condición externa o interna. Objetos o partículas extrañas, así como infecciones en el área del canal de drenaje ocular.
- Irritación como consecuencia de cualquier problema de orden infeccioso que cause alguna condición negativa en la glándula lagrimal. El exceso de hidratación condiciona el proceso de drenaje de la lágrima.
- Traumatismo, ocasionados por lesiones en la zona ocular que pueden generar algún tipo de afectación del área correspondiente al canal de drenaje.
- Problemas asociados a los nervios y músculos oculares. Similar al caso de la lesión en áreas cercanas al canal de drenaje ocular.
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Clasificación de las causas
Podemos dividir las situaciones que originan el problema de la epífora ocular en dos grandes renglones. Por una parte, los problemas derivados del funcionamiento del sistema de drenaje ocular. Es decir, que se presentan situaciones que limitan su adecuación. Entre otras podemos nombrar una malformación palpebral o en otras zonas faciales. Es común, por ejemplo, que personas con anomalías anatómicas presente lagrimeo excesivo.
Por otra parte, existen algunas condiciones relacionadas con problemas por obstrucción del canal de drenaje ocular. Casos como infecciones o lesiones particulares que afectan el área del canal son los ejemplos más comunes.
Tratamientos para el manejo de la Epífora
Como es de suponer, se trata de aplicaciones específicas para cada tipo de situación dada, es decir, dependerá del diagnóstico realizado previamente por un oftalmólogo especializado. Asimismo, es importante considerar la gravedad del problema para aplicar soluciones particulares.
En efecto, hay casos en los que la afectación es mínima y causada por factores externos y controlables. En los mismos, lo común es utilizar colirios, que solo deben ser recetados por el oftalmólogo tratante.
En otros casos más complejos se deben aplicar tratamientos con mayor agresividad. Por ejemplo, en el caso de obstrucciones del canal de drenaje, se pueden realizar sondajes de la vía lacrimal. Es un tratamiento ambulatorio con anestesia local que no debe significar mayores complicaciones. De hecho, es un procedimiento sumamente rápido y que no requiere de muchos cuidados posteriores. Sin embargo, vale de nuevo la acotación que debe ser realizado por nuestro oftalmólogo de confianza.
Cuando se presentan problemas más graves, como en el caso de deformaciones estructurales, se puede requerir de una intervención quirúrgica más compleja. Se trata de situaciones donde deben intervenir de hecho, varios especialistas si la situación lo requiere. Una intervención con técnica de dacriocistorrinostomía, que se refiere a abrir una vía de drenaje alternativo al existente. La misma implica una operación que supera la zona ocular propiamente dicha y generalmente es realizada en conjunto con otros especialistas.
Otro aspecto que considerar se relaciona con la epífora congénita que suele solucionarse con el paso del primer año de vida.
Consecuencias de la Epífora
Además del lagrimeo excesivo que puede causar molestias en la visión, es posible que se condicionen secreciones que dificulten abrir adecuadamente los ojos. Asimismo, pueden causar enrojecimiento y la aparición de un bulto a la altura del saco lagrimal, conocido como mucocele. Condiciones que afectan severamente la visión en algunos casos y que son definitivamente antiestéticos.
Como podemos observar, no se trata de un problema grave, pero si molesto que debemos atacar lo más rápidamente posible.