Damos por sentado que existen tratamientos efectivos para todas las dolencias o problemas de visión. Vemos a personas con lentes, o sabemos de tratamientos que permiten una recuperación de la agudeza visual en porcentajes elevados. Sin embargo, existe un grupo de pacientes que no pueden recuperarse del todo y que entran en la estadística de la baja visión. Se trata de un problema más común de lo que creemos y que determina la necesidad de un conocimiento específico para valorar su importancia. A continuación, te ofrecemos algunas informaciones con respecto a este problema y cómo enfrentarlo.
¿Qué encontrarás en este artículo?
Baja visión, un tema interesante por sus implicaciones
En algunos casos, la vista no mejora con ningún tratamiento convencional, desde los lentes adaptados, pasando por medicinas e incluso cirugías. La corrección se hace imposible y el paciente simplemente no mejora. Se presenta un cuadro que lo imposibilita para llevar una vida normal, porque las tareas más sencillas se hacen muy complejas y difíciles de acometer.
A partir de cuál medida se considera que la persona sufre de baja visión
Como todos los elementos de la salud visual, existen medidas estandarizadas que nos informan sobre su consideración convencional. En este caso particular, se define que una persona sufre de baja visión cuando presenta una agudeza visual inferior a 0.3. Asimismo, se estima esta condición, cuando el campo visual, es menor de 20 grados. La medida se toma una vez que se han asumido todos los medios de corrección y se observan estos números, es decir, que esta es su mejor posibilidad visual, una vez que se han realizado todos los procedimientos disponibles. Describamos cada uno de los aspectos que la baja visión requiere para estimarla:
- Agudeza visual, se refiere a la habilidad innata del individuo para distinguir imágenes en situaciones dadas. Para estimarla con claridad, se utilizan una serie de test predeterminados y estadísticamente validados.
- Campo visual, hace referencia al ángulo en el que el ojo ve, sin necesidad de girar la cabeza, podemos considerarlo como un alcance de visión binocular.
Un dato interesante en este aspecto, es que como podemos observar, no se limita a la agudeza visual, es decir, nuestra capacidad para reconocer imágenes en espacios estandarizados, sino también al alcance. Incluso, podemos considerar que la baja visión se estima en relación con otras condiciones como la visión borrosa, la perdida de percepción de colores, la ceguera nocturna o nictalopía, entre otras dolencias que se agrupan bajo la misma definición. Lo importante es que no son síntomas recurrentes y pueden presentarse aislados o en conjunto.
¿Cuáles son las implicaciones de la baja visión?
En algunos países, se consideran estándares fijos para determinar una discapacidad visual. En el caso de la baja visión, se puede considerar que una persona tiene una limitación grave que exige un trato preferencial. De esta forma, se habla del ciego legal que no es más que una persona que sufre de baja visión hasta el punto de inhabilitarlo para determinadas tareas. Es decir, logra ver pero de manera muy limitada. A esto se denomina visión residual y puede estimarse en relación con las labores que deba desarrollar o los espacios que la persona ocupa.
Es importante acotar que la baja visión, implica que si vemos pero con dificultad, más allá que algunas personas en este rango, sean consideradas como ciegos legales. En efecto, un ciego total, es aquella persona que no distingue tan siquiera luces o sombras.
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Causas asociadas a la baja visión
Como señalamos anteriormente, no se trata de una condición que pueda generalizarse en un solo espacio. Por el contrario, existen situaciones concurrentes y otras aisladas que dan origen a una baja visión. Sin embargo, se presentan enfermedades que facilitan su aparición como por ejemplo:
- Degeneración macular relacionada con la edad. En este caso, existen patologías previas que van conllevando a la pérdida de visión en niveles mínimos. Es decir, es una condición progresiva que va tratándose con el tiempo.
- Enfermedades congénitas. También son degenerativas, se presentan en un momento determinado y van empeorando la agudeza visual sobre todo.
- Diabetes. Con esta enfermedad, se presentan degeneraciones del tejido ocular que van creando múltiples problemas asociados, desde la química de las estructuras del sistema de visión, hasta situaciones relacionadas con la presión arterial.
- Sobre todo se presenta con los años y como consecuencia de la degeneración natural de los tejidos.
- Catarata.
- Miopía magna. En este tipo de condición, la visión puede ser afectada desde el nacimiento.
- Un dato importante es que la baja visión es prevalente para personas en la tercera edad, lo que supone un problema degenerativo. Sin embargo, no es una estadística muy alta. En países con altos estándares sanitarios, se presenta solo en el 2% de los ancianos, lo que es relativamente bajo.
Síntomas de la baja visión
Como señalamos antes, existen varias condiciones asociadas a la baja visión y por lo tanto, los síntomas son diversos y difieren de una persona a otra. Sin embargo existe un consenso en cuanto a algunas situaciones tales como visión borrosa, manchas en la vista, fotofobia, que da origen a deslumbramiento cuando cambiamos de un espacio oscuro a uno iluminado.
Asimismo, puede presentarse ceguera nocturno o nictalopía, problemas para captar contrastes de fondo, perdida de la visión central o de la periférica. En este caso, se ve afectada nuestra visión binocular, lo que nos impide fijar distancias con exactitud. Esto sucede sobre todo cuando los problemas asociados son diferentes en cada ojo.
Un dato de extrema importancia para considerar los problemas asociados a la baja visión, es que difiere mucho de una persona a otra. Algunos pierden unas capacidades mientras que otros se ven limitados en otras áreas.
Tratamientos para la baja visión
Se trata de un problema límite, es decir, llegamos al punto en el que no podemos mejorar nuestra agudeza visual ni nuestro campo de visión. De allí que no existan tratamientos per se, es decir, considerados para mejorar la situación. Por ello, lo recomendable es proceder a una gestión de adaptación del espacio comúnmente ocupado para reconocer los sitios o situaciones que puedan causarnos incomodidad.
Para lograr este cometido, podemos por ejemplo, buscar libros con fuentes más grandes, si requerimos leer. Disminuir la distancia de objetos fijos que debemos ver, como la televisión o la computadora. Usar lupas electrónicas especializadas para algunas tareas comunes. Ubicar objetos cotidianos con contrastes superiores a lo normal. Mejorando la iluminación de la estancia que más utilizamos o aprovechando la luz focal, dirigida al objeto que necesitamos.
En fin, se trata como decimos, de adaptación a la situación. No es sencillo, pero es un camino a recorrer.