Hoy hablaremos de una patología que afecta a la retina como consecuencias de problemas previos relacionados con la hipertensión. La hipertensión, la cual afecta, al menos, a 40% de la población, sugiere que existe un sub registro entorno a las consecuencias de la misma, entre las cuales podemos ubicar a la retinopatía hipertensiva. De hecho, es posible considerar que existe un problema hipertensivo a partir de las dolencias asociadas como la retinopatía. Esto implica que no se reconozca el problema, sino hasta el punto de estar muy avanzado.
Ahora bien, debido a que la hipertensión es considerada un enemigo silencioso que ataca el sistema vascular, la revisión constante es la mejor alternativa. Otra consideración importante es que puede estar acompañada de otras dolencias como diabetes mellitus o de condiciones como tabaquismo. Estas colaboran en el deterioro de los vasos sanguíneos y, por tanto, incrementan las posibilidades de sufrir retinopatía hipertensiva.
¿Qué encontrarás en este artículo?
¿Cómo se produce la retinopatía hipertensiva?
La retina es órgano de la visión que se encarga de procesar la luz y convertirla en información necesaria para que el cerebro la transforme en imágenes. Se encuentra irrigada por pequeños vasos sanguíneos que dependen de una tensión adecuada en su flujo constante. Cuando un evento altera esta presión, se pueden presentar pequeñas alteraciones trombóticas en la retina. El resultado es precisamente la retinopatía que, a su vez, causa problemas de visión, sobre todo, en el enfoque de la luz. Si usted presenta un cuadro hipertensivo, la primera recomendación es solicitar una evaluación de la retina para descartar eventualidades.
Causas de la retinopatía hipertensiva
Debemos hacer énfasis en que, la primera causa indiscutiblemente es la hipertensión y, por ello, existe una relación de directa proporcionalidad con los factores que la estimulan. En este caso, podemos hablar de:
- Control inadecuado de la presión arterial, sobre todo, cuando es de carácter crónico. En estos casos se hace fundamental monitorear la tensión de manera permanente.
- La presencia de enfermedades conexas como la diabetes mellitus que tienen incidencia en la presión arterial.
- Presencia de adicciones como tabaquismo o alcoholismo que mantienen también la tensión arterial alta.
- El embarazo, así como otras condiciones preexistentes, tales como, tendencia a niveles de colesterol y triglicéridos altos, además de diversos factores genéticos que promueven la hipertensión.
En todo caso, se debe tener en cuenta que la hipertensión es una patología que no se evidencia de inmediato. Por ello, la ocurrencia de problemas en la visión puede originarse en el momento menos pensado, sin una causa aparente. En función de esto, si usted presenta alguna condición hereditaria o un problema asociado como obesidad, debe considerar la posibilidad de una retinopatía hipertensiva y actuar en consecuencia.
Los grados de la retinopatía hipertensiva
Existen niveles de complejidad o complicación para esta patología que se pueden enmarcar en un conjunto de dos posibilidades.
- Retinopatía hipertensiva Aguda, se trata de un padecimiento de periodos cortos de tiempo en los que se presenta un aumento súbito de la tensión arterial. Lo común es un fuerte dolor de cabeza, así como, presencia de visión borrosa. Se pueden apreciar pequeñas hemorragias o inflamación del nervio óptico. Asimismo, se asocia a casos de preeclampsia o la eclampsia o algunos tumores particulares.
- Retinopatía hipertensiva crónica se presenta a lo largo de un periodo prolongado de tiempo. Es importante saber que esta se puede presentar sin que lo sepamos y puede presentar diversa intensidad según el tiempo y las condiciones asociadas.
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Pruebas para la detección
Más allá de la presencia de un cuadro hipertensivo, la retinopatía hipertensiva requiere de exámenes de comprobación. Entre otras tenemos la Biomicroscopía indirecta de fondo de ojo que es bastante simple y se realiza con una lámpara de hendidura y lente condensadora. Asimismo, la retinografia, la cual se utiliza con frecuencia para casos asociados a la diabetes, consiste en tomas de exposición fotográfica de amplia resolución y requieren equipos especializados.
Además, podemos detectarla con una Angiografía retinal fluoresceínica que también es una impresión fotográfica por fluorescencia. Se inyecta fluoresceína en una vena y se obtiene una imagen bastante efectiva. Sin embargo, está contraindicada para algunos padecimientos nefríticos. Por último, la tomografía de coherencia óptica que permite tomar una imagen por cortes a través de haces de luz. Muy efectiva para tener idea de la evolución del problema por su exactitud.
Síntomas
Según sea el tipo de retinopatía hipertensiva los síntomas se aceleran, en el caso de la aguda, la persistencia de imágenes borrosas es rápida, pudiendo llegar a la pérdida total de la visión. En el caso de la crónica, el problema es progresivo y lento, por lo que su diagnóstico puede tardar.
Además, se pueden presentar manchas flotantes, denominadas miodesopsias asociadas a pequeñas hemorragias internas. Asimismo, el dolor ocular es bastante frecuente y se debe al aumento de la presión en los vasos sanguíneos que irrigan el ojo.
Tratamiento para la retinopatía hipertensiva
No existe un tratamiento específico para esta enfermedad. El tratamiento general se fundamenta en el control de la tensión arterial para disminuir los efectos que la misma produce en la retina. En estos casos, se recomienda, primero que nada, el mantener hábitos de vida saludables.
La dieta es fundamental, sobre todo, alimentos bajos en grasas y carbohidratos. Asimismo, se debe reducir la ingesta de sal. La realización de rutinas de ejercicio físico moderado, pero regular en el tiempo, así como el mantenerse activo, colaboran en un tipo de vida sana.
Sin embargo, existen algunos casos, sobre todo, en la retinopatía hipertensiva aguda, que requieren intervención médica urgente. En estos casos, se trata de controlar la hipertensión a través de medicamentos especializados y, sobre todo, bajo la prescripción de especialistas en medicina cardiovascular. Cualquier automedicación o administración inadecuada de dosis de fármacos, puede resultar contraproducente y peligrosa.
El mejor consejo en estos casos es solicitar una cita con el médico especialista y pedir una referencia a un oftalmólogo para el caso de las pérdidas de visión. El manejo interdisciplinario es fundamental pero además, su colaboración como paciente es básica.