fotofobiaHabrás notado que algunas personas son más sensibles a la luz que otras. Hay personas que son capaces de tolerar una alta luminosidad, mientras que otras, simplemente, no toleran ni un foco de luz bajo, aun cuando no lo vean directamente. Los seres humanos estamos preparados para resistir un determinado nivel de luz, pero cuando dicha resistencia es mínima llegando al rechazo, hablamos de fotofobia.

No es un problema raro, por el contrario, es bastante frecuente. Sobre todo, tomando en consideración el crecimiento exponencial de las fuentes de luz en nuestros días. Televisores, ordenadores, pantallas de móviles y tabletas. En fin, las opciones son muchas y han generado diversidad de problemas asociados. Sin embargo, la fotofobia es anterior a estos dispositivos tecnológicos y, a continuación, explicamos cuáles son sus causas y qué tratamientos podemos aplicar para solucionar el problema.

¿Qué es la fotofobia o intolerancia a la luz?

La adaptación a la luz, bien sea natural o artificial, resulta esencial, sobre todo para los seres que vivimos expuestos a la misma. Se trata de niveles de luminosidad que identifican sobre todo al exterior en el que nos desenvolvemos. Requerimos de luz para poder enfocar objetos y apreciar distancias, por solo nombras dos condiciones esenciales en la supervivencia.

Sin embargo, en algunas ocasiones, este nivel de luz aceptable es mínimo y allí decimos que somos sensibles a la luz. La fotofobia es el rechazo instintivo a fuentes de luz moderada o incluso débil que algunos de nosotros presentamos. Se trata de un problema gradual, porque cada individuo posee una tolerancia determinada de luz a la que puede exponerse. Sin embargo, algunos pueden llegar a rechazar todo tipo de luz, especialmente la solar o algunas artificiales, ello a pesar de ser de mínima expresión.

Indicios de la fotofobia

Evidentemente el primero de ellos es el rechazo instintivo a fuentes de luz fuertes. Entrecerrar los ojos es un acto reflejo con el que intentan protegerse de la luminosidad. Asimismo, los dolores de cabeza previos a la exposición, pueden ser indicios de otros problemas asociados, tales como defectos de refracción o exceso de exposición a elementos que ejercen presión sobre nuestros ojos.

Además, suelen presentarse, irritación ocular, molestias generales a nivel de los ojos, dificultad para el enfoque, entre otros.

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Causas de la fotofobia

La hipersensibilidad a la luz puede ser el producto de muchas causas. Sin embargo, resulta esencial afirmar que no se trata de una enfermedad por sí misma. Por el contrario, es simplemente una consecuencia de otras dolencias oculares. Entre otras causas, podemos mencionar:

  • Debilidad en las estructuras del sistema de visión.
  • Hipersensibilidad causada por objetos extraños que entran a nuestros ojos.
  • El color claro de los ojos, promueve una sensibilidad mayor que parece estar conectada con las regiones en las que son comunes dichas tonalidades. Se trata de un mecanismo de adaptación a regiones de menos luminosidad que se han ido heredando a través de generaciones y convirtiendo esa mutación en una condición para áreas geográficas específicas.
  • Abrasión corneal, que origina una debilidad de la córnea. En estos casos, cualquier exposición causa dolor inmediato y por lo tanto, rechazo a la luz.
  • Infecciones como uveítis o trastornos como la meningitis que afectan los nervios receptores de luz.
  • Desprendimiento de la retina, como producto de accidentes de toda índole.
  • El uso de lentes de contacto o las quemaduras de sol que afectan el área ocular. Son bastante frecuentes, pero no suelen convertirse en problemas crónicos.
  • Albinismo, es común que las personas que tienen esta condición, generen un rechazo natural a la luz por cuanto no poseen pigmentación ocular.
  • Otras causas asociadas como el botulismo, infecciones como la rabia, envenenamientos por mercurio entre muchas otras causas conexas. En todo caso, las personas sufren molestias a nivel de la córnea y esto genera la necesidad de protección extra contra fuentes lumínicas muy fuertes.
  • Algunas medicaciones causan este tipo de condiciones, sobre todo cuando promueven la dilatación de la pupila. Es común en personas que se realizan un examen de la vista.

¿Cómo reducir la fotofobia?

En primer término, debemos recordar que no es una enfermedad por sí misma. Por el contrario, es la consecuencia de otras dolencias que generan las condiciones para la alta sensibilidad a la luz. Por ello, lo primero es determinar la razón para dicha situación y aplicar correctivos para la misma, más allá de las molestias por la foto sensibilidad. Existen algunas medidas que podemos tomar para reducir riesgos:

  • Protección a través de lentes de sol y sombreros. La protección debe ser contra rayos ultravioleta como principales causantes de las molestias. Ideal resulta el uso de los denominados lentes fotocromáticos que se oscurecen una vez que entran en contacto con la luz solar. También se pueden usar lentes polarizados que mantienen alejados los reflejos de la luz en superficies altamente reflectantes.
  • Para aquellas personas que usan lentes de contacto, es esencial que mantengan atención sobre las medidas de higiene. Una parte importante de este tipo de problemas surge como consecuencia de la manipulación inadecuada de objetos que pueden causar traumatismo en los ojos. Los lentes de contacto son los que más frecuentemente los generan.
  • Control con medicamentos de sensibilidad extrema a la luz con gotas de hidratación. En casos como infecciones del tipo de la conjuntivitis, se hace necesaria una revisión médica que indicará el mejor tratamiento para cada caso.
  • La sensibilidad causada por intervenciones quirúrgicas debe ser tratada con extrema precaución. En los casos como operaciones de cataratas o pterigion, lo adecuado es una protección con lentes contra rayos UV.

Como podemos observar, la fotofobia no es una dolencia extraña, pero en sí misma no es una enfermedad. En todo caso, lo ideal es acudir al oftalmólogo para que defina el tipo de sensibilidad que presentamos y el tratamiento adecuado.

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¿Quien es el autor?

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Dra. Diana Parra

Oftalmólogo Certificado
Experta en Cirugía Láser

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